Movimiento Nacional Cimarrón | Derechos de la Población Afro

Por los Derechos Humanos de la Población Afrocolombiana

La Marcha de la Afrocolombianidad: un grito colectivo por justicia y dignidad

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Mayo de Herencia Afrocolombiana: La Fuerza Viva de la Afrocolombianidad

Últimas publicaciones Mayo de Herencia Afrocolombiana: La Fuerza Viva de la Afrocolombianidad 10 mayo, 2025 El Fin de la Juntanza Étnica: Impacto y Legado del Cierre de un Programa Clave para Comunidades Étnicas en Colombia. 25 abril, 2025 Erasing History: Trump, the Museums, and the Crusade Against African American Memory 25 abril, 2025 Borrar la historia: Trump, los museos y la cruzada contra la memoria afroamericana 15 abril, 2025 La crisis de la Dirección de Comunidades Negras del Ministerio del Interior: Un Llamado a la Acción Urgente 6 abril, 2025 Buenaventura: Un Ciclo de Violencia con Raíces Históricas Profundas 2 abril, 2025 La deuda histórica: Exigiendo verdad y justicia por el crimen de la esclavitud 25 marzo, 2025 La deuda histórica: Exigiendo verdad y justicia por el crimen de la esclavitud Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template Por Prudencio Palacios Palacios  Mayo fue declarado en Colombia como el Mes de la Herencia Afrocolombiana, una designación establecida mediante la Resolución 0740 de 2011 del Ministerio de Cultura. Este reconocimiento oficial reconoce las invaluables contribuciones de las comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales a la riqueza y diversidad de la nación. La importancia de esta conmemoración se ve reforzada por la reciente proclamación de las Naciones Unidas del Segundo Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2025-2034) Este nuevo decenio busca fortalecer a nivel global el reconocimiento, la justicia y el desarrollo de estas comunidades, objetivos que resuenan profundamente con las luchas históricas y las persistentes desigualdades que aún enfrenta la población afrocolombiana, como bien lo ilustra la fuerza viva de su herencia. 25 marzo, 2025 Edit Template La designación de mayo como el Mes de la Herencia Afrocolombiana no es un suceso aislado; es la respuesta a luchas históricas por el reconocimiento y la justicia, un eco constante de las voces que han buscado visibilizar la riqueza de un legado forjado en la diáspora africana y enriquecido en tierras colombianas. Si bien leyes y decretos han institucionalizado este mes como un espacio para la reflexión y la celebración, su significado más profundo reside en la energía palpable de las comunidades que mantienen viva su herencia ancestral. Para comprender la vitalidad de la afrocolombianidad, es fundamental adentrarse en las raíces de su historia. La llegada forzada de millones de africanos a través de la trata transatlántica  marcó un capítulo doloroso pero trascendental en la historia de Colombia. Sin embargo, de la opresión surgió una tenaz resistencia. Los palenques, comunidades cimarronas que desafiaron el sistema esclavista, se erigieron como símbolos de libertad y espacios donde las culturas ancestrales se preservaron y se reinventaron. Figuras emblemáticas como Benkos Biohó , líder del Palenque de San Basilio, personifican esta lucha indomable por la autonomía y la dignidad. El legado de la resistencia trascendió los límites de los palenques, manifestándose en sublevaciones y en la preservación de lenguas y conocimientos ancestrales, elementos cruciales en la construcción de identidades resilientes.La abolición de la esclavitud  fue un hito importante, pero no significó el fin de la lucha por la igualdad. Las comunidades afrocolombianas continúan enfrentando discriminación y marginación, una realidad que se refleja en los altos índices de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). En muchas regiones del país, las comunidades afrocolombianas presentan índices de NBI superiores al promedio nacional. Datos del DANE  revelan que un porcentaje significativo vive en condiciones de pobreza multidimensional, con acceso limitado a educación de calidad (donde la etnoeducación y los estudios afrocolombianos aún no se implementan de manera efectiva, y la educación inicial es débil), salud y servicios básicos. Esta situación evidencia la necesidad de enfoques integrales que no solo celebren la cultura afrocolombiana, sino que también aborden sus precarias condiciones de vida. Estas desigualdades se manifiestan de manera crítica en áreas como: Acceso a Educación: La baja calidad educativa, la falta de implementación de la etnoeducación y los estudios afrocolombianos, sumada a una educación inicial deficiente, contribuyendo a que la tasa de deserción escolar en estas comunidades supere la media nacional, limitando su desarrollo educativo y sus oportunidades laborales. Salud y Servicios Públicos: El acceso a servicios de salud es restringido, y numerosas familias enfrentan dificultades para recibir atención médica oportuna y acceder a servicios básicos esenciales. Vivienda y Saneamiento: La carencia de infraestructura adecuada obliga a muchas familias afrocolombianas a vivir en condiciones de hacinamiento, sin acceso a agua potable ni alcantarillado, lo que agrava los problemas de salud. El conflicto armado en Colombia ha tenido un impacto devastador en las comunidades afrocolombianas, exacerbando su vulnerabilidad. Las víctimas de este conflicto han sufrido desplazamiento forzado, reclutamiento de jóvenes y violencia en sus territorios ancestrales. Desplazamiento Forzado: La violencia y la expansión de proyectos económicos y extractivos han provocado el desplazamiento de numerosas comunidades afrocolombianas de sus tierras. Esta situación no solo compromete su seguridad física, sino que también rompe su conexión ancestral con la tierra, un pilar fundamental de su identidad. Reclutamiento de Jóvenes: La falta de oportunidades y el contexto de violencia han llevado al reclutamiento de jóvenes afrocolombianos por parte de grupos armados. Esto no solo frustra su desarrollo personal, sino que también debilita el tejido social de toda la comunidad. Violencia en Territorios Ancestrales: La presencia de grupos armados en territorios afrocolombianos amenaza la vida e integridad de sus habitantes y pone en riesgo la protección de sus territorios y culturas, obstaculizando el desarrollo de proyectos comunitarios y de autonomía, y perpetuando un ciclo de vulnerabilidad. Capítulo Étnico del Acuerdo de Paz: La baja implementación de los acuerdos contemplados en el capítulo étnico del Acuerdo de Paz representa una deuda pendiente que dificulta la garantía de los derechos de las comunidades afrocolombianas y la reparación integral de las afectaciones sufridas durante el conflicto. La fuerza viva de la afrocolombianidad se manifiesta plenamente en su rica y diversa cultura. La música y la danza son expresiones poderosas de su historia, espiritualidad y alegría. El currulao del Pacífico, con el sonido hipnótico del cununo y el guasá, narra historias cotidianas, mientras que la cumbia se erige como un símbolo de la identidad colombiana.

El Fin de la Juntanza Étnica: Impacto y Legado del Cierre de un Programa Clave para Comunidades Étnicas en Colombia

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente Finalizamos el primer año de implementación de la Escuela Nelson Mandela Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template Por Prudencio Palacios Palacios  El cierre del programa Juntanza Étnica, una iniciativa que floreció entre 2021 y 2024 bajo el auspicio de la Fundación ACDI/VOCA, con el respaldo crucial de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), sembró una profunda preocupación en las comunidades étnicas de Colombia. Esta iniciativa, que durante sus años de funcionamiento se había convertido en un faro de esperanza para el fortalecimiento de la gobernanza propia, la promoción de oportunidades económicas arraigadas en la identidad cultural y la salvaguarda del rico patrimonio ancestral, llegó a su fin en un contexto marcado por la incertidumbre. 6 mayo, 2024 Edit Template La decisión de la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, de recortar drásticamente los fondos destinados a programas de desarrollo internacional, incluyendo aquellos enfocados en el apoyo a las comunidades étnicas en Colombia, asestó un golpe directo a la continuidad de Juntanza Étnica. De hecho, informes indican que EE.UU. “canceló oficialmente el 83%” de los programas de USAID. La narrativa de un supuesto “despilfarro” de recursos resonó en Washington, eclipsando los logros palpables que el programa había cosechado en territorios a menudo marginados y olvidados. Incluso, el presidente Trump criticó específicamente la asignación presupuestal de USAID a la ejecución de programas con étnico en Colombia. El impacto de este cierre no se hizo esperar. Organizaciones de base afrocolombianas e indígenas, que habían encontrado en Juntanza Étnica un aliado estratégico para impulsar sus propios procesos de desarrollo y autonomía, se vieron repentinamente despojadas de un apoyo fundamental. El cese abrupto de la financiación obligó a muchas de estas organizaciones a cerrar sus puertas, despidiendo a equipos de trabajo comprometidos y truncando iniciativas vitales en áreas como la seguridad alimentaria, la protección del medio ambiente y el fortalecimiento de las identidades culturales. Decenas de estas organizaciones se vieron forzadas al cierre debido a estos  recortes de Trump La sensación en las comunidades étnicas fue de desamparo y frustración. Líderes que habían depositado su confianza en la continuidad de estos procesos vieron cómo años de esfuerzo y colaboración se desvanecían ante una decisión política ajena a la realidad de sus territorios. La pregunta que resonaba con fuerza era qué camino seguirían ahora, cómo llenar el vacío dejado por un programa que había logrado tejer lazos de confianza y construir capacidades locales. Ante este escenario, la mirada se dirige hacia el gobierno nacional colombiano. Sin embargo, hasta el momento, no se ha percibido un plan estratégico y articulado para mitigar las consecuencias del cierre de Juntanza Étnica. No se ha anunciado una iniciativa gubernamental de envergadura similar que busque recoger el legado del programa y dar continuidad a los procesos de fortalecimiento comunitario que se vieron interrumpidos. Tampoco se ha evidenciado una gestión activa y decidida por parte del gobierno para buscar nuevas fuentes de financiación internacional que puedan suplir el vacío dejado por la cooperación estadounidense. La búsqueda de alianzas con otros países que compartan la visión de un desarrollo inclusivo y respetuoso de la diversidad étnica parece no haber tomado la urgencia que la situación americana. La incertidumbre persiste en las comunidades étnicas. El cierre de Juntanza Étnica no solo significó la pérdida de un importante flujo de recursos, sino también la interrupción de un modelo de trabajo colaborativo que había demostrado ser efectivo en la promoción de su desarrollo autodeterminado. La ausencia de un plan claro por parte del gobierno nacional para corregir esta situación o para explorar nuevas vías de apoyo internacional genera una profunda preocupación sobre el futuro de estas iniciativas y el bienestar de las comunidades que tanto se benefician de ellas. El legado de Juntanza Étnica, aunque valioso, corre el riesgo de diluirse si no se encuentran nuevos caminos para seguir construyendo sobre lo avanzado. Foto: Julián Vivas – ACDIVOCA.

Erasing History: Trump, the Museums, and the Crusade Against African American Memory

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente Finalizamos el primer año de implementación de la Escuela Nelson Mandela Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template By Ernesto Medrano Throughout history, authoritarian regimes have clearly understood the power of narratives. Controlling history means controlling the present—and whoever controls the present shapes the future. That is why we should not be surprised that, as part of his renewed political offensive, U.S. President Donald Trump has launched a crusade against American museums, particularly those that represent African American, gender, and LGBTQ+ narratives. Beyond the headlines, what is truly at stake is the soul of the nation: its memory. 6 mayo, 2024 Edit Template Since taking office in January 2025, Trump has issued a series of executive orders with global impacts, including the dismantling of the United States Agency for International Development (USAID). On March 27, the U.S. government presented an executive order that promises to “restore truth and reason to the history of the United States” (Swissinfo). According to Trump, there is a “concerted and widespread effort” to distort facts and promote a narrative that presents the country’s “foundational principles” in a “negative light” (Infobae). The order directly targets the Smithsonian Institution, the country’s most emblematic museum complex. Trump accuses the institution of promoting a “divisive and race-centered ideology” and demands a ban on funding exhibitions that “divide Americans by race”. The clearest target is the National Museum of African American History and Culture, inaugurated in 2016, but other exhibitions focused on diversity in cultural institutions have also been canceled (El Espectador). Behind this seemingly neutral discourse about “unity” and “shared values” lies a dangerous logic: the denial of structural racism and the role of African descendant communities in the building of the United States. The message is clear: if African American history makes people uncomfortable, it must be silenced. If it reveals the foundational violence of the country, it must be dismantled. If it represents resistance, it must be canceled. This is not merely a dispute about aesthetics or academic perspective. This narrative seeks to replace living history—complex, conflict-ridden, and courageous—with a sanitized version that glorifies the founding fathers while erasing slavery, racism, Black resistance, and the struggles for freedom. It is no coincidence that Trump’s order also hints at reinstalling Confederate monuments removed after the murder of George Floyd. The goal is to rewrite history from a place of white privilege, using a language of “unity” that denies conflict and perpetuates supremacy. Image No. 1. Paragraph from the Executive Order issued by Trump Source: Restoring Truth and Sanity in American History, March 27, 2025. From Latin America, this attack resonates deeply. Not only because of the historical and cultural connection between the diasporas, but also because we too face attempts to deny structural racism, relativize the struggles of our communities, or erase the uncomfortable memories of slavery, dispossession, and resistance. What is happening in the United States is yet another symptom of a global backlash against the progress of antiracist, feminist, and decolonial movements. It is the offensive of privilege, disguised as historical neutrality. As African American historian W.E.B. Du Bois once said, “What is done to the most marginalized will be done, sooner or later, to everyone.” Now more than ever, defending African American history is a collective responsibility. We cannot allow silence to replace memory, nor power to rewrite the past to sustain exclusion. From any place in the world—whether in the United States, Colombia, or anywhere memory is under threat—we must raise our voices to demand plural, inclusive, and truthful narratives. Preserving African memory is not just about resisting erasure; it is about insisting on justice, dignity, and the right to fully exist in history. Image source: BBC News Mundo.

Borrar la historia: Trump, los museos y la cruzada contra la memoria afroamericana

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente Finalizamos el primer año de implementación de la Escuela Nelson Mandela Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template Por Ernesto Medrano Tróchez A lo largo de la historia, los regímenes autoritarios han entendido muy bien el poder de los relatos. Controlar la historia es controlar el presente, y quien controla el presente, determina el futuro. Por eso no debería sorprendernos que, en su nueva ofensiva política, el presidente estadounidense Donald Trump haya emprendido una cruzada contra los museos de Estados Unidos, particularmente aquellos que representan narrativas afroamericanas, de género y de disidencia sexual. Pero más allá de los titulares, lo que se está disputando es el alma misma de la nación: su memoria. 6 mayo, 2024 Edit Template Desde su llegada, en enero de 2025, Trump ha emitido diversas órdenes ejecutivas, con impactos globales, como el desmantelamiento de la Agencia de Cooperación de los Estados Unidos – USAID. Sin embargo, el 27 de marzo el gobierno de los Estados Unidos presentó una orden ejecutiva que promete “restaurar la verdad y la razón en la historia de Estados Unidos” (Swissinfo). En palabras suyas, hay un intento “concertado y generalizado” por distorsionar los hechos y promover una narrativa que presenta los “principios fundacionales” de EE.UU. en una “luz negativa” (Infobae). La orden apunta directamente al Smithsonian, el complejo de museos más emblemático del país. Trump acusa a la institución de promover una “ideología divisiva y centrada en la raza”, y exige que se prohíba el gasto en exposiciones que “dividan a los estadounidenses por motivos raciales”. El blanco más evidente es el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana, inaugurado en 2016, pero también se han cancelado exposiciones con enfoque de diversidad en otras instituciones culturales (El Espectador). Detrás de este discurso aparentemente neutral sobre la “unidad” y los “valores compartidos” se esconde una lógica peligrosa: la negación del racismo estructural y del rol de las comunidades afrodescendientes en la construcción de Estados Unidos. El mensaje es claro: si la historia de los afroamericanos incomoda, entonces debe ser silenciada. Si revela las violencias fundacionales del país, debe ser desmantelada. Si representa resistencia, entonces debe ser cancelada. No se trata solo de una disputa estética o de enfoque académico. Esta narrativa busca sustituir la historia viva —compleja, conflictiva, valiente— por una versión higienizada que exalta a los padres fundadores y borra la esclavitud, el racismo, la resistencia negra y las luchas por la libertad. No es casual que la orden de Trump también insinúe la posibilidad de reinstalar monumentos confederados retirados tras el asesinato de George Floyd. El objetivo es reescribir la historia desde el privilegio blanco, con un lenguaje de “unidad” que niega el conflicto y perpetúa la supremacía. Imagen No. 1. Párrafo de la Órden Ejecutiva emitida por Trump Fuente: Restaurando la verdad y la cordura en la historia estadounidense, 27 de marzo de 2025.   Desde América Latina, este ataque nos interpela profundamente. No solo por la conexión histórica y cultural entre las diásporas, sino porque también aquí enfrentamos intentos de negar el racismo estructural, relativizar las luchas de nuestras comunidades o borrar las memorias incómodas de la esclavitud, el despojo y la resistencia. Lo que ocurre en Estados Unidos es un síntoma más de una reacción global contra los avances de los movimientos antirracistas, feministas y decoloniales. Es la ofensiva del privilegio, disfrazada de neutralidad histórica. Pero como bien dijo el historiador afroamericano W.E.B. Du Bois, “lo que se le hace a los más marginados se les hace, tarde o temprano, a todos”. Hoy más que nunca, la defensa de la historia afroamericana es una tarea colectiva. No podemos permitir que el silencio sustituya a la memoria ni que el poder reescriba el pasado para perpetuar la exclusión. Desde cualquier lugar del mundo —sea en Estados Unidos, en Colombia o en cualquier rincón donde la memoria esté bajo amenaza— debemos alzar la voz para exigir narrativas plurales, inclusivas y verdaderas. Porque preservar la memoria afro no es solo resistir el olvido: es insistir en la justicia, la dignidad y el derecho a existir plenamente en la historia. Imagen tomada de: BBC News Mundo. 

La crisis de la Dirección de Comunidades Negras del Ministerio del Interior: Un Llamado a la Acción Urgente

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente Finalizamos el primer año de implementación de la Escuela Nelson Mandela Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template Por: Prudencio Palacios Palacios En el corazón del Ministerio del Interior existe una entidad llamada a ser la voz institucional de los pueblos afrocolombianos, raizales y palenqueros: la Dirección de Comunidades Negras (DCN). Su función es tan esencial como urgente: proteger derechos, coordinar acciones afirmativas y representar ante el Estado la agenda de quienes, históricamente, han sido marginados. Pero en estos últimos años, la DCN ha sido víctima de un deterioro institucional preocupante que no solo amenaza su operatividad, sino que simboliza una crisis más profunda: la desconexión entre la promesa de un gobierno del cambio y la realidad de las comunidades negras en Colombia. 6 mayo, 2024 Edit Template Desde el inicio del gobierno del presidente Gustavo Petro, la DCN ha tenido tres directores. Esta rotación, lejos de representar renovación o dinamismo, ha sido reflejo de una alarmante inestabilidad institucional. Detrás de cada nombre, hay una historia de frustraciones, expectativas incumplidas y oportunidades desperdiciadas. El primero en asumir fue Víctor Hugo Moreno Minas, un líder reconocido pero cuya gestión terminó siendo sinónimo de parálisis. Según cifras reveladas por la revista Cambio, de los más de 49 mil millones de pesos asignados para 2024, apenas se ejecutaron 64 millones. La cifra no solo duele: indigna. Las necesidades de las comunidades están más vivas que nunca —educación, salud, protección colectiva, territorio—, y ver recursos sin usar mientras se siguen sumando violencias y carencias es, sencillamente, inadmisible. A Moreno le sucedió Idalmy Minota Terán, respaldada por importantes sectores del movimiento afrocolombiano. Su llegada despertó esperanzas de reorganización y liderazgo efectivo. Sin embargo, en tan solo tres meses, su paso por la dirección fue igual de frustrante: una drástica reducción de la planta, falta de personal calificado y ausencia de avances concretos. El corto tiempo y los bloqueos institucionales no le permitieron materializar las transformaciones esperadas. Para las comunidades, este cambio representó una nueva promesa rota. El nombramiento de Amelia Cotes como directora de la Dirección de Comunidades Negras (DCN) ha estado rodeado de controversia y evidencia el deterioro institucional que atraviesa esta dependencia clave (Artículo recomendado: Las desconexiones que limitan la representación política de poblaciones afro). Proveniente de la Dirección de Asuntos Religiosos, Cotes fue declarada insubsistente en ese cargo y, tras un fallo del Tribunal Superior de Bogotá que ordenaba su reintegro, fue ubicada en la DCN en lugar de ser restituida en su antiguo puesto, a pesar de que su cargo anterior se encontraba disponible, una decisión que vulnera los derechos de la población afrocolombiana. Más allá de su trayectoria, lo más preocupante son las denuncias que ella misma ha elevado en un memorando dirigido al presidente de la República, en el que denuncia acoso laboral, discriminación institucional y la imposición de obstáculos sistemáticos por parte del viceministro de Diálogo Social y Derechos Humanos, Héctor Gabriel Rondón. Según su relato, ha sido marginada de funciones esenciales, lo que ha limitado gravemente su capacidad de acción y, por ende, la operatividad de la dirección en beneficio de las comunidades a las que debe servir. Imagen No. 1. Problemáticas en la Dirección de Comunidades Negras del Ministerio del Interior. Fuente: Construcción propia, con base en la cuenta de Twitter de @AmeliaCotes El panorama que dibuja Cotes es devastador: inejecución de más de 49 mil millones de pesos solo en la DCN, y casi 38 mil millones más represados en el Viceministerio. La falta de personal, el ambiente hostil y la desarticulación institucional están impidiendo que la DCN cumpla su misión. Mientras tanto, las comunidades siguen esperando atención, acción, presencia.   El 10 de febrero, el Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, renunció al cargo, lo que añade una nueva capa de incertidumbre a la situación. El presidente Gustavo Petro anunció que el nuevo ministro es Armando Benedetti, pero la DCN sigue sumida en la crisis. La situación continúa siendo alarmante.  El Movimiento Nacional Cimarrón y diversas organizaciones han instado al presidente Gustavo Petro y a la vicepresidenta Francia Márquez a reorientar la dirección de la DCN, subrayando la necesidad de una respuesta inmediata y transformaciones ciertas, ante la ineficiencia y falta de compromiso expresada hacia las comunidades afrocolombianas. Es crucial que se priorice el bienestar de las comunidades a las que esta dirección debe servir, garantizando así que la DCN cumpla su misión de formar vínculos efectivos y de impacto. No se trata únicamente de nombres o cifras. Se trata de lo que esas cifras representan: niños, niñas y jóvenes sin acceso a proyectos educativos pertinentes, mujeres afro sin respaldo institucional, líderes y lideresas comunitarios sin rutas de protección efectivas, territorios sin desarrollo. Cada peso no ejecutado es una oportunidad perdida para cerrar brechas históricas.

Buenaventura: Un Ciclo de Violencia con Raíces Históricas Profundas

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente Finalizamos el primer año de implementación de la Escuela Nelson Mandela Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template Por: Ernesto Medrano Tróchez Fotografía: Recuperada de IEANPE, 2025. Buenaventura se encuentra nuevamente en el ojo del huracán de la violencia, con cifras alarmantes de homicidio y desplazamientos que rememoran los peores momentos de su historia reciente (El Espectador, 2025). La actual confrontación entre las bandas criminales Los Shotas y Los Espartanos, producto de la fractura de la otrora hegemónica banda criminal “La Local”, no es un evento aislado, sino la más reciente manifestación de un arraigo histórico de la violencia que ha mutado de actores y dinámicas, pero que persistentemente afecta a la población civil (Defensoría del Pueblo, 2021). 6 mayo, 2024 Edit Template Desde finales del siglo XX, Buenaventura ha sido un territorio marcado por la presencia y disputa de diversos grupos armados ilegales. La incursión de las FARC, evidenciada con el secuestro masivo en la represa de Anchicayá en 1999, marcó un punto de inflexión, instalando la tensión de la guerra en el puerto (Pares, 2024). A comienzos del siglo XXI, la región se convirtió en un escenario de confrontación aún más cruenta con la llegada y accionar de los grupos paramilitares de las AUC, tristemente recordados por las numerosas masacres y el terror impuesto a la población (Pares, 2024). La desmovilización paramilitar, lejos de traer la paz definitiva, derivó en la fragmentación y reconfiguración de las estructuras criminales, dando paso a estructuras criminales post-desmovilización como “La Empresa” y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), quienes continuaron la lucha por el control territorial y las economías ilícitas (Defensoría del Pueblo, 2016). En este contexto de violencia endémica, emergió “La Local”, una organización que logró consolidar gran parte del monopolio criminal territorial (Defensoría del Pueblo, 2019). Sin embargo, las disputas internas por el poder y el manejo de los lucrativos negocios ilegales, que incluyen la extorsión generalizada, el narcotráfico y la instrumentalización de menores, llevaron a su escisión en Los Shotas y Los Espartanos. Estos dos grupos, hoy protagonistas de una feroz lucha por el control de las comunas urbanas, mantienen las prácticas violentas de sus predecesores, generando desplazamientos forzados, homicidios selectivos, amenazas y un clima de terror que paraliza la vida cotidiana de los bonaverenses  (El Espectador, 2025; Defensoría del Pueblo, 2021). La violencia no se limita al ámbito urbano. En las zonas rurales, la presencia histórica y el reingreso de grupos guerrilleros como el ELN y las disidencias de las antiguas FARC-EP, quienes también buscan expandir su control territorial y asegurar rutas para sus actividades ilícitas, añade una capa adicional de complejidad al panorama de seguridad. La población afrocolombiana asentada en estos territorios (rural y urbano) son particularmente vulnerables a las incursiones armadas, el confinamiento, el reclutamiento forzado y otras graves violaciones de derechos humanos (Defensoría del Pueblo, 2021; Defensoría del Pueblo, 2016). El impacto de esta violencia arraigada es devastador para la población civil. La ruptura de la tregua entre Los Shotas y Los Espartanos en 2025 ha exacerbado la situación, llevando a un aumento dramático de homicidios y confinamientos (El Espectador, 2025). Las “fronteras invisibles” impuestas por los grupos armados restringen la movilidad, afectando el acceso a servicios básicos como la educación y la salud (Defensoría del Pueblo, 2021). La extorsión sistemática a comerciantes y transportadores impacta directamente en el costo de vida, agudizando la pobreza en una región ya golpeada por la desigualdad y la discriminación histórica (Defensoría del Pueblo, 2021; Defensoría del Pueblo, 2016). La persistencia de este ciclo de violencia en Buenaventura revela la complejidad de abordar un problema con raíces históricas profundas. Las dinámicas de poder entre los grupos armados, la lucha por el control de las economías ilegales y la debilidad de una presencia estatal integral y efectiva perpetúan la crisis. Si bien los esfuerzos de diálogo y los anuncios de intervención gubernamental son necesarios, la historia de Buenaventura nos enseña que solo una estrategia sostenida y multidimensional, que aborde las causas estructurales de la violencia, fortalezca las instituciones y garantice los derechos de la población, podrá romper este trágico ciclo. La ciudadanía de Buenaventura, históricamente resiliente y movilizada, clama por una paz duradera que trascienda los frágiles acuerdos entre actores armados y construya un futuro donde la vida y la dignidad sean la norma, no la excepción.

La deuda histórica: Exigiendo verdad y justicia por el crimen de la esclavitud

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente Finalizamos el primer año de implementación de la Escuela Nelson Mandela Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template Por: Juan de Dios Mosquera Mosquera La ONU estableció el 25 de marzo como un día para recordar a las víctimas de la esclavización, un llamado a reconocer uno de los capítulos más brutales de la historia humana y a confrontar los peligros persistentes del racismo y los prejuicios. Como señala el secretario general Antonio Guterres, esta fecha no solo honra a quienes sufrieron bajo el yugo de la esclavitud, sino que también exige reflexión sobre sus secuelas, aún palpables en la desigualdad y la discriminación que afectan a los pueblos afrodescendientes. 6 mayo, 2024 Edit Template Entre 1510 y 1888, los imperios europeos desplegaron un sistema de explotación que redujo a millones de africanos a la condición de “bienes muebles”. Más de 12 millones de personas fueron arrancadas de sus tierras, sometidas a trabajos forzados y privadas de su humanidad. Su sangre y sudor cimentaron las riquezas del colonialismo, el industrialismo y el capitalismo occidental. Como escribió el padre Alonso de Sandoval en el siglo XVI: “Los esclavos viven muriendo y mueren viviendo”. Hoy, las consecuencias de este crimen de lesa humanidad perduran: racismo estructural, exclusión política y negación de derechos básicos. Pero también surge una demanda imparable: verdad, justicia y reparación. Los pueblos afrodescendientes reclaman su lugar en la historia, no como víctimas pasivas, sino como constructores de civilización y agentes de cambio. El Decenio Internacional de los Afrodescendientes (2025-2035) bajo el lema “Reconocimiento, justicia y desarrollo”, es una oportunidad para transformar esta deuda histórica en políticas concretas. La reparación no es solo un acto de justicia; es un paso hacia la humanización de sociedades aún marcadas por el colonialismo. Como afirma el Movimiento Nacional Cimarrón, repensar la historia es el primer paso para reafirmar la identidad y exigir un futuro digno. La lucha continúa, y su eco resuena en cada voz que clama por equidad y en cada memoria que se niega a ser olvidada.

31 de agosto: Día Internacional de los Pueblos Afrodescendientes

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente Finalizamos el primer año de implementación de la Escuela Nelson Mandela Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template El informe del Banco Mundial revela que la población afrodescendiente en América Latina es de 133 millones, siendo una de las minorías más invisibilizadas. En 2020, la ONU proclamó el 31 de agosto como Día Internacional de los Afrodescendientes, una fecha que Cimarrón resignifica como el Día de los Pueblos Afrodescendientes en las Américas. Este día busca sensibilizar a la sociedad sobre los derechos y aspiraciones de esta población, promoviendo la etnoeducación, la eliminación del racismo y la implementación de políticas públicas que reconozcan sus derechos colectivos y culturales. 6 mayo, 2024 Edit Template Según el informe del Banco Mundial: “Afrodescendientes en Latinoamerica, hacia un marco de inclusión“, la población afrodescendiente de América Latina es de 133 millones, entre un total de 667 millones de habitantes, plantea que es la minoría más invisibilizada en cada país. Gracias al liderazgo de Costa Rica y su vicepresidenta EPSY CAMBELL, activista étnica afrodescendiente, el 16 de diciembre de 2020, la Asamblea General de la ONU, promulgó la conmemoración del 31 de agosto: Día Internacional de los Afrodescendientes, honrando la memoria de la “DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS NEGROS DEL MUNDO”, establecida por la “Primera Convención Internacional de los Pueblos Negros del Mundo”, convocada y presidida por el honorable Marcus Garvey, el 31 de agosto de 1920, en New York, EEUU. El Cimarronismo Contemporáneo, el pensamiento del Movimiento Nacional Afrocolombiano -CIMARRÓN- resignifica el concepto como Día Internacional de los Pueblos Afrodescendientes, específicamente, de los países del continente americano. El propósito de la fecha es sensibilizar y comprometer a los gobiernos y a la sociedad civil sobre la realidad social, la problemática, los derechos colectivos o culturales, las reivindicaciones y las aspiraciones de vida con justicia, dignidad e identidad cultural, de los pueblos afrodescendientes. Convoca al conocimiento y enseñanza de la historia y los estudios afrodescendientes, a enaltecer sus contribuciones a la civilización universal, y a adoptar medidas para el reconocimiento de sus derechos colectivos en las políticas públicas, promoviendo, la eliminación de la desigualdad e injusticia histórica, su progreso social y su desarrollo humano integral. El término AFRODESCENDIENTE es un concepto identitario aprobado y asumido por las organizaciones sociales étnicas del continente en la Conferencia Preparatoria Regional de las Américas, realizada en Santiago de Chile, del 5 al 7 de diciembre de 2000: “Llegamos <negros> y salimos, nos autoproclamamos <afrodescendientes>”. Se aplica a las personas y a los pueblos que se reconocen e identifican descendientes de las personas africanas que fueron secuestradas hasta América por los Estados de Europa Occidental, entre 1510 hasta finales del siglo XIX, sometidos a trabajos forzados en la condición de esclavitud, perpetua o de por vida, en las colonias de América, Asia y los países de Europa occidental. En América la descendencia, biológica y cultural, de las naciones y culturas de los países africanos es evocada por centenares de nombres de las personas afrodescendientes: Ocoró, Lucumí, Carabalí, Congo, Angola, Luango, Dajomé, Biohó, Arará, Pópo, Banguera, Balanta, Mandinga, Cundumí, y tantos otros. Ejercer la identidad biológica y cultural afrodescendiente es conocer, sentir y asumir (vivir) la africanidad y la afrodescendencia de cada sociedad. Es conocer, pensar, desarrollar y enaltecer los valores colectivos de la afrodescendencia en cada país del continente americano. Aplicando en sus países el pensamiento y el legado del honorable Marcus Garvey, las organizaciones sociales étnicas deben demandar en la conmemoración lo siguiente: 1. Programas nacionales de implementación de la etnoeducación (educación de calidad, pertinencia, liderazgo e identidad cultural para las personas y comunidades afrodescendientes). 2. El programa de enseñanza de la historia y los estudios afrodescendientes en los sistemas educativos. 3. Creación de los sistemas de estadísticas afrodescendientes dentro de los institutos o agencias estadísticas. 4. La formulación de una política pública nacional para la eliminación del racismo y la discriminación racial. 5. La aplicación dentro de los planes nacionales y territoriales de desarrollo, y en el conjunto de los planes y proyectos gubernamentales del enfoque diferencial étnico afrodescendiente. 6. La formulación y gestión en los Congresos de las Repúblicas de la ley de igualdad de oportunidades, acciones afirmativas y No discriminación racial de la población afrodescendiente. 7. Un ajuste institucional a favor de la población afrodescendiente, mediante la creación de: Comisiones Interinstitucionales e Intersectoriales para el Desarrollo Afrodescendiente. Un instituto o agencia nacional para el desarrollo afrodescendiente y un Fondo Nacional para el Desarrollo Afrodescendiente. 8. Formulación y ejecución de un programa nacional de reparación a favor de la población afrodescendiente por el crimen de lesa humanidad y sus consecuencias. 9. El establecimiento de programas de pagos por servicios ambientales y preservación sostenible de la biodiversidad a las familias afrodescendientes que viven en territorios selváticos. 10. Reconocimiento y pago oportuno y diligente de la reparación a las víctimas de los conflictos, así como la devolución de las tierras usurpadas por los grupos armados. 11. Un programa especial para apoyar y fortalecer el desarrollo institucional de las organizaciones sociales étnicas que promueven los derechos e intereses colectivos de los pueblos afrodescendientes. Finalmente, sigamos escuchando las palabras del honorable Marcus Garvey: “¡No se desanimen! !No pierdan la fe! ¡AVANZAD! Lo más importante es organizarse; si estáis desunidos os explotarán, os robarán. Organicémonos y el mundo se verá obligado a respetarnos… Hay que emancipar a nuestra raza de la servidumbre industrial, el peonaje y la opresión.“ (Marcus Garvey).

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente

“Necesitamos seguridad y paz”: director de Cimarrón sobre la población afrodescendiente Finalizamos el primer año de implementación de la Escuela Nelson Mandela Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Universidad El Externado renueva convenio con Movimiento Nacional CIMARRÓN Movimiento Nacional Cimarrón Edit Template CIMARRÓN, liderado por Juan de Dios Mosquera, destaca la importancia de los derechos de la población afrocolombiana reconocidos en la Constitución de 1991. Durante una intervención en W Fin de Semana, Mosquera hizo un llamado a que el país asuma su deuda histórica con esta población, exigiendo justicia por los crímenes de la esclavitud. Además, instó al Estado y a la Unión Europea a crear un fondo de desarrollo para apoyar a las comunidades afrodescendientes. También subrayó la necesidad de implementar las políticas del Plan Nacional de Desarrollo, insistiendo en que la paz y seguridad deben ser una prioridad para la población afro en Colombia. 6 mayo, 2024 Edit Template CIMARRÓN, bajo la dirección de Juan de Dios Mosquera, continúa liderando la lucha por el reconocimiento pleno de los derechos de la población afrocolombiana, reafirmando su papel como una voz clave en el debate sobre los derechos colectivos establecidos en la Constitución Política de 1991. En una reciente intervención en W Fin de Semana, Mosquera destacó la importancia del Día Internacional de las Personas Afrodescendientes, subrayando que “el país debe asumir la deuda histórica” y hacer justicia por el crimen de lesa humanidad que fue la esclavitud, cuyas consecuencias siguen afectando a esta población. Mosquera hizo un llamado urgente al Estado colombiano y a la Unión Europea para la creación de un fondo nacional de desarrollo que incluya recursos de familias y entidades que se beneficiaron de la riqueza generada por la esclavización. Además, recalcó la necesidad de ejecutar las políticas del Plan Nacional de Desarrollo, señalando que después de dos años aún no se han implementado acciones concretas. Con un mensaje claro, insistió en que la paz y la seguridad deben ser prioritarias para la población afrodescendiente en Colombia. Juan de Dios Mosquera, un líder emblemático de CIMARRÓN, ha sido un defensor incansable de los derechos de los afrodescendientes en diversos escenarios nacionales e internacionales. Su trayectoria incluye importantes reconocimientos como el Premio Internacional de los Derechos Humanos de la República Francesa (1997) y el Premio Planeta Afro como Mejor Líder Afrocolombiano (2010).