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Mary Grueso: La voz ancestral que llega a la Academia Colombiana de la Lengua
- Movimiento Nacional Cimarrón
Por: Prudencio Palacios
En un país donde el lenguaje ha sido históricamente administrado por élites blancas, centralistas y urbanas, la voz de Mary Grueso Romero irrumpe como un eco profundo que viene del Pacífico, del río, de la historia no contada, de la memoria viva. Este 7 de julio, a sus 78 años, esta maestra, poeta, escritora y narradora oral se convirtió en la primera mujer afrocolombiana en ser miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, marcando un hito no solo en su vida, sino en la historia cultural del país.
- 10 julio, 2025
Para muchos, ser parte de la Academia puede parecer solo un título académico. Pero para Mary Grueso y para millones de afrocolombianos y afrodescendientes, este nombramiento representa el reconocimiento de una lengua que también se teje con tambores, se canta en currulao y se transmite con cuentos al pie del fogón.
Durante siglos, la lengua oficial y sus instituciones han invisibilizado las formas en que los pueblos negros nombran el mundo. La entrada de Mary Grueso a este espacio sella un acto de justicia poética: por fin, una voz negra, del litoral, de piel curtida por la lucha y el sol, se sienta a la mesa donde se define y se guarda el idioma.
Por eso, organizaciones como el Movimiento Nacional Cimarrón, que por décadas ha luchado por la dignidad y los derechos del pueblo afrocolombiano, se suman a este reconocimiento histórico, celebrando no solo el logro individual de Mary Grueso, sino también el avance colectivo que representa para toda la comunidad afrodescendiente.
Mary Grueso nació en Guapi, Cauca, en 1947, en el seno de una familia descendiente de esclavizados. Desde temprano supo que la escritura no solo servía para decorar cuadernos o cumplir tareas escolares; servía para contar las historias de los suyos, para resistir, para sanar y, sobre todo, para sembrar dignidad en cada palabra.
Licenciada en Español y Literatura y con estudios en Enseñanza de la Literatura, Mary se dio cuenta, como maestra, de que los niños negros no estaban en los libros escolares. Entonces, comenzó a escribir cuentos donde ellos —sus estudiantes— fueran los protagonistas. Porque si el Ministerio de Educación los olvidaba, ella los escribiría en tinta viva.
La incorporación de Mary a la Academia ocurre junto a la de Bárbara Muelas, profesora Misak, en un hecho sin precedentes: por primera vez, la institución integra a más mujeres que hombres entre sus nuevos miembros. Pero más allá de los números, lo que esto representa es la entrada de otras formas de decir y de sentir el español: el español desde el monte, el río, el tambor, la oralidad, la abuela.
Mary ha dicho que dedica su vida a “recorrer el mundo”. Y lo hace con su palabra firme, con sus poemas que cruzan fronteras y con muñecas negras hechas a mano que crea junto a su hija. Su obra ha sido reconocida con múltiples galardones, incluyendo el título de “Almadre a la Excelencia Poética Femenina” otorgado por el Museo Rayo. Pero quizás su mayor reconocimiento es el amor y el respeto de una comunidad que se ve reflejada en su palabra.
La llegada de Mary Grueso a la Academia es, en esencia, un acto de reparación histórica. Porque las palabras de los pueblos afro han sido muchas veces excluidas del canon, tachadas de “coloquiales”, “impropias” o “folclóricas”. Ahora, esas mismas palabras se sientan con dignidad en una institución que, por fin, empieza a abrir sus puertas a todas las voces de Colombia.
Mary no solo representa a una generación de mujeres afro que abrieron camino con sus manos y su voz; representa a un pueblo entero que ha resistido en la palabra y en la canción, que ha contado la historia desde abajo y que hoy, gracias a ella, se escribe con mayúscula en las páginas oficiales de la lengua.